Contenidos
Princesas o Reinas ¿Tú quién eres?
- Educación
- ¿Qué implica ser una princesa?
- ¿Qué implica ser una Reina?
Eduación
En nuestra cultura latina crecimos con una educación claramente patriarcal, la cual se fundamenta en la dominación y la subordinación del sexo concebido como fuerte, los hombres, frente al débil, el de las mujeres, donde los hombres eran comúnmente los que controlaban nuestro entorno. En la actualidad se está generando un cambio y estamos evolucionando a los estereotipos de género, promoviendo la equidad y el respeto. Pero nuestra generación vivió, en su mayoría, todavía ante los modelos de referencia donde las madres cumplían un rol de estar en casa con los niños y el papá salía a trabajar como buen proveedor. Nos enseñaban que mantener la casa limpia, cocinar, cuidar a los niños y atender a los invitados era parte de ser una buena mujer. Así como la idealización de el concepto establecido por Disney de las princesas.
El concepto de la típica princesa de Disney era soñar con la llegada de un príncipe salvador que lucharía por ella, que la llevaría al altar y con el sería feliz para siempre… bueno, hoy sabemos como adultas que eso es solo un sueño mágico y que las relaciones no funcionan así. Pero más allá de una realidad que experimentamos en donde el príncipe azul no existe, debemos preguntarnos si la idea de ser princesas es algo igual de mágico como se nos hizo creer.
¿Qué implica ser una princesa?
La princesa como imagen de una mujer casadera, genera una ilusión ante la perspectiva del hombre, las princesas de los cuentos de hadas son jóvenes virginales, entregadas a un amor incondicional que la hace no cuestionar nada, sumisas, delicadas, que en el momento de casarse se ocuparán de la casa e hijos, creando una idea de familia feliz. Es decir, estar a expensas de un hombre que sepa cuidar de ellas, previéndoles de todos lo básico que necesitan.
Para los hombres patriarcales les es muy llamativo esta idea pues el estar con una mujer así, les significa que ellos nunca perderán su libertad y que aún “sentando cabeza”, podrán ser dueños de su “reino” pues dan el dinero necesario para que este funcione… ¿qué más se les puede pedir?
Quizá mientras lees esto no te identificas del todo, pero vamos a verlo en una vida real y cotidiana.
Cuando estamos estudiando, y comenzamos a experimentar relaciones románticas, inconscientemente buscamos a una pareja que tenga una buena posición económica, que sea atractivo y que tenga un carácter dominante. Esto nos hace sentir seguras aparentemente, y poco después comenzamos a idealizar la idea de casarnos y cumplir con el sueño con el que crecimos.
Si descubrimos infidelidades, nos es complicado dejar esa relación, pues pensamos que podremos cambiar a nuestra pareja con nuestro amor, o quizá si tiene una actitud agresiva, justificamos su actuar porque nos es muy doloroso aceptar que no es la persona que idealizamos al comenzar con esa relación. Esto es gracias a la idea de princesas que tenemos de nosotras mismas en nuestro interior.
No solemos ser educadas desde una dignidad de sabernos merecedoras de un hombre que simplemente esté a nuestra altura y nos trate bien más allá del plano material. Nos solemos conformar con reconciliaciones platónicas y nos dejamos de cuestionar que merecemos algo mejor… pues si lo dejo ¿con quién me voy a casar?
Ser una princesa implica no poner límites, no cuestionar a la pareja por miedo a ser dejadas y juzgadas por los demás, anteponer la felicidad y estabilidad emocional del otro por encima de nosotras, fomentar la imagen de víctima y no ser responsables de nuestra propia vida, pues es más fácil que el otro se ocupe de nosotras… aunque esto duela.
¿Te das cuenta de lo importante que es acabar con esas creencias de “vida feliz”?
¿Qué implica ser una reina?
Para empezar, debemos entender que nosotras tenemos el poder de ser felices por nosotras mismas para nosotras mismas. La idea de la media naranja no es conveniente para nadie, eso significaría que no estamos completas y nuestra pareja simboliza la parte faltante, y no hay tal. Nadie puede llenar los vacíos que viven en ti, nadie podrá amarte más que tú misma y más importante aún, nadie puede poseer el control de tus emociones por encima de ti.
Ahora, si bien la imagen que engloba a una Reina es a lado de un Rey, en este concepto nos manejaremos desde “el poder de Reinar tu vida”, con o sin Rey, podrás ser tú misma y luchar por tu bienestar.
Veamos algunas aptitudes que te ayudarán a manejarte desde la conciencia de una reina.
- Lo más importante es saber reconocer tu historia, asumir sus faltas, saber que no lo puedes todo, el empoderamiento femenino no es solamente luchar por lo que quieres y sentirte fuerte, es reconocer tus debilidades, hacer algo por tus inseguridades y sanar en tus heridas. Sólo tú puedes cuidar a esa niña herida que llevas dentro y mejorar cada día.
- Saber y entender que no eres víctima de nadie… ser víctima te anula en acción y te hace vulnerable ante cualquier cosa que suceda en tu entorno, así como el hecho de que todo mundo podrá decidir por ti. Visualízate segura de ti misma, con poder de decisión, capaz de entenderte, entender a los demás y saber que tu palabra es importante. Reconciliarte con tus inseguridades, tanto físicas como emocionales te ayudará a saber que el otro también es importante, reconociendo que cada quién merece lo que tu te mereces, así que te será más fácil poner límites.
- Aprende de tus errores. Nunca tengas miedo de perder, reconoce que eso es solo una oportunidad para elegir como experimentar el proceso de aprendizaje, desde el dolor o desde el amor. Las reinas suelen perder en muchas ocasiones y saben cómo aprender de ello para hacerlo mejor la próxima vez. Las derrotas son los pasos hacia la grandeza. El aprendizaje es la mejor consecuencia de cualquier experiencia.
- Las reinas son resilientes, saben como solucionar, adaptarse y sobrepasar cualquier obstáculo, aviéntate a vivir sin el miedo a fallar, confía en tu capacidad de resolución y vivé al máximo sin temor al que dirán, tu eres dueña de tu vida y nadie más.
- Aprende a escucharte, tu voz es valiosa, pero debe de serlo primordialmente para ti, se honesta contigo misma, eso te dará confianza en cada paso que des y reforzará tu estabilidad emocional, si no puedes confiar en tu palabra entonces en quién.
- Analiza y reconoce tus emociones, la inteligencia emocional debe ser algo que tendrás que adquirir si quieres realmente ser dueña de tu vida. Puedes comenzar escribiendo sobre como te sientes, ponerle un nombre a eso que sientes, aceptarlo y entender que esa emoción viene de algún impacto vivencial que tuviste en algún momento de tu vida, comprenderlo te ayudará a no juzgar eso que sientes y a abrazar tu dolor.
El entender que tienes emociones dolorosas, frustrantes, de enojo, etc… te hará estar en contacto con ellas y saber decidir que hacer cuando las experimentes, es decir, si aceptas que tu enojo viene porque las cosas no salieron como esperabas, puedes tomar la decisión de no desquitarte con los demás pues es una emoción tuya, así que podrás desahogarte meditando, haciendo ejercicio, respirando y hablándolo después etc… De esa manera podrás manejar como reaccionar ante esas emociones y no solo liberarlas por impulso.
El ser princesa en tu vida y vivir esperando al príncipe azul no es malo siempre y cuando aceptes que estarás siempre a merced de lo que la otra persona haga o decida por ti, el amor propio no está incluido y tu futuro está predicho.
Ser reina de tu reino significa buscar un autoconocimiento constante y ser responsable de tus decisiones, saber que solo tú puedes darte el amor que necesitas y asumir tus debilidades, así como tener la posibilidad de avanzar y ser mejor con cada paso…. Se requiere valor y fuerza, pero las bondades de los resultados son invaluables.
¡TÚ DECIDES!