Contenidos
- 1 Dependencias Emocionales
- 1.1 Apego y desapego
- 1.2 ¿Cómo se establece el apego?
- 1.3 La teoría de John Bowlby
- 1.4 Los 4 tipos de apego
- 1.5 ¿Se puede cambiar el estilo de apego?
- 1.6 ¿Qué es el desapego?
- 1.7 Desde el punto espiritual
- 1.8 Apego y Desapego
- 1.9 ¿Cómo se establece el apego?
- 1.10 La teoría de John Bowlby
- 1.11 Los 4 tipos de apego
- 1.12 ¿Se puede cambiar el estilo de apego?
- 1.13 ¿Qué es el desapego?
- 1.14 Desde el punto espiritual
- 1.15 ¿Quieres iniciar tu proceso de desapego? Conoce nuestro taller
Dependencias Emocionales
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Apego y desapego
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¿Cómo se establece el apego?
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La teoría de John Bowlby
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Los 4 tipos de apego
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¿Se puede cambiar el estilo de apego?
-
¿Qué es el desapego?
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Desde el punto espiritual
Apego y Desapego
Hay varias teorías sobre cómo podemos entender éstas dos palabras, por que quizá ni siquiera el significado lo tenemos claro, sobre todo el concepto de desapego no se entiende y no se entiende porque no es nada fácil en principio llevarlo a la practica.
El apego: “El apego es un estado emocional de dependencia a una cosa, a una situación o persona”. El primero en definirlo fue el psicólogo John Bowlby. Según él, la conducta de apego tiene dos funciones básicas: una función biológica, que es obtener protección para asegurar la supervivencia, y la otra de carácter más psicológico, la de adquirir seguridad.
Desde pequeños estamos constantemente adquiriendo dependencias que nos enseñan el apego por primera vez, claro que no somos conscientes de esto y la verdad es que no nos queda de otra pues somos totalmente indefensos y vulnerables. Lo que si es que los apegos que comenzamos a conocer nos ayudan a establecer nuestra seguridad.
¿Cómo se establece el apego?
En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien tiene más contacto y aparece el miedo ante los desconocidos.
El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El apego seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.
La teoría de John Bowlby
John Bowlby (1907-1990), psiquiatra y psicoanalista infantil. Se dedicó a estudiar los efectos de la relación entre el cuidador principal y el menor, en la salud mental de los menores y en su vida adulta.
Para ello, Bowlby retoma los trabajos de la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, con la que había trabajado. Ainsworth observó distintas interacciones entre madres e hijos bajo un procedimiento estandarizado que se conoce como la Situación Extraña.
Bowlby después de realizar estudios con niños institucionalizados por robo, y con niños que habían sido separados de sus madres a edades tempranas. Bowlby concluyó que la capacidad de resiliencia de los menores estaba influenciada por el vínculo formado en los primeros años de vida. En este sentido, el tipo de relación que se establece entre el bebé de pocos meses y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior. El estilo de apego establecido durante la infancia puede ser visible en los miedos o inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.
Los 4 tipos de apego
A continuación, veremos en qué consiste cada uno de los tipos de apego propuestos por Bowlby, así como algunas manifestaciones en niños y adultos.
- Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. De acuerdo con Bowlby, este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad. Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién nacido, no sólo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé. Desde luego, el inconveniente es que esto supone una entrega casi total de parte del cuidador o cuidadora, lo cual puede resultar complicado para algunas personas.
Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego.
No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
- Apego ansioso y ambivalente
En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual, frecuentemente genera angustia. Por eso, en el caso de un apego ansioso-ambivalente el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad.
Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Los menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de apego.
De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca, una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.
- Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan de cuidador, se interesan sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano.
Lo constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional.
La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en distintos estudios se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro. Estos menores viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.
En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.
- Apego desorganizado
Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.
Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta.
Los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras personas.
Evitan la intimidad, no han encontrado una forma de gestionar las emociones que esto les provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de las emociones positivas.
De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.
¿Se puede cambiar el estilo de apego?
Sí, el apego no es inmutable ni se mantiene en la misma medida en todas las personas a medida que el desarrollo progresa. Además, el comportamiento de todo individuo en una relación se ve mediado por la conducta del otro. Las relaciones de amistad, laborales y de pareja también influyen en el tipo de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras de apego.
Todo esto es necesario interpretarlo desde un prisma integrador; lo cual implica que todas las interrelaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan el comportamiento del momento actual. Una persona con un estilo de apego inseguro en la infancia puede “aprender” de a las conductas de apego seguro que le proporcionan su pareja u otras personas queridas, como puede ser un grupo de amigos íntimos psicológicamente saludables. En todo caso, lo importante es desarrollar las estrategias convenientes para generar seguridad, con los recursos que tengamos disponibles.
Actualmente existen múltiples factores psicosociales que tienen consecuencias importantes en la formación de vínculos primarios. Por ejemplo, la falta de conciliación laboral donde los cuidadores (madres/padres) trabajadores se ven obligados a dejar a sus pequeños con otras personas, así como la ausencia de esas otras personas para ayudar con el cuidado de los hijos o de servicios sociales que compensen. Esto deja ver que la tarea de formar estilos de apegos seguros compete a distintos actores, no sólo a las madres, los padres o las figuras vinculares cercanas.
Una visión distinta a las teorías que este psicólogo definió es para los budistas, que el apego es una actitud que sobrestima las cualidades de un objeto o persona y después se aferra a ella. Me apego a las personas, situaciones o cosas hasta que las hago necesarias para mí y así me hago dependiente de ellas.
¿Qué es el desapego?
El desapego mal entendido puede parecer puro egoísmo, pero nada más lejos de la realidad. Practicar el desapego no significa romper vínculos con todo aquello que es importante para mí, ni siquiera significa dejar de tener objetivos o de querer cosas. Más bien significa que aunque yo quiera algo, no lo necesito para vivir feliz.
Puedo querer una casa más grande, pero puedo a la vez aprender a apreciar la que tengo, a valorar lo que tiene de bueno, a mejorar lo que no me gusta, a agradecer la suerte de tener un techo y entender que aunque quiera una casa más grande, no la necesito para vivir. Esta casa que tengo ahora ya me hace feliz, cumple con todas mis necesidades. Tal vez, algún día me compre una casa más grande, pero aún así, no habré vivido solo pensando en eso, habré disfrutado del camino. O tal vez, nunca me la compre y aún así sea feliz con lo que tengo.
Este es el poder del desapego, no dejo de querer cosas o a personas, simplemente dejo de aferrarme a ello como si fuera lo único importante. Es andar mirando el camino y no el resultado. Los excesos nos ponen cadenas y no nos dejan ser libres.
En nuestras relaciones personales, el desapego es clave para nuestro bienestar. Puedo relacionarme contigo de una manera más libre, dejando espacios para la individualidad. Te elijo, pero no te necesito, prefiero estar contigo, pero puedo estar sin ti. Disfruto de compartir mi tiempo contigo, pero no vivo con el miedo a perderte. El amor deja de ser necesidad para ser solo amor.
Dentro del enfoque del crecimiento personal y la espiritualidad, el término desapego es clave para alcanzar la felicidad. Significa ser capaces de sortear las barreras de nuestra zona de confort para dejar de necesitar, de depender, de vivir con miedo a perder dimensiones a las que nos aferramos en exceso. Porque solo cuando seamos capaces de vencer al ego dejaremos por fin de sufrir.
Intentemos por un momento explicar qué es para nosotros la felicidad. Hay quien diría que feliz es quien tiene grandes bienes, una buena pareja, una holgada cuenta corriente. Todo ello cubre sin duda muchas de nuestras necesidades más básicas. Sin embargo ¿ofrecen estas dimensiones un sentido auténtico de bienestar? En realidad, la definición más ajustada sobre lo que es la felicidad no puede ser más simple: felicidad es ausencia de miedo, es no saber qué es y a qué sabe la ansiedad.
Practicar el desapego es por tanto el primer paso para alcanzar ese estado. Es permitirnos ser más libres, más ligeros, menos aferrados a lo que tenemos o lo que nos falta. Es vivir desde el corazón sin tener que necesitar de forma compulsiva nada ni a nadie. A su vez, significa también poder y saber darnos a los demás con autenticidad y sin presiones.
La liberación emocional que genera el desapego nos ofrece la opción de vivir con más honestidad. Es entonces cuando ante nosotros surge la opción de crecer, de avanzar con conocimiento de causa. Sin dañar a nadie, sin que nadie nos ponga tampoco su cerco camuflado con las cadenas del amor pasional, filial o incluso materno.
Desde el punto espiritual
El apego busca seguridad en lo externo pero nada externo puede proporcionarte lo que sólo puedes encontrar en tu interior. Por eso el apego genera miedo y escasez. El apego surge como consecuencia del sentimiento de escasez. Sólo si sientes que tienes poco, tienes la necesidad de apegarte a ello.
El desapego no implica que renuncies a tus deseos. Sólo significa que renuncias al apego al resultado. Desapego significa comprometerse con el camino más que con la meta. Desapego significa estar presente para observar qué ofrece la vida en cada momento.
Estar apegado a algo o a alguien implica creer en la escasez ya que pensamos que si lo soltamos no volveremos a poder disfrutar de ello. La abundancia es una energía sutil que exigirá de ti desapego. No puedes disfrutar de nada, empezando por tu vida, que estés temiendo perder. Cada persona, animal, vegetal, instante u objeto es sagrado y no honras su presencia si te aproximas desde la energía del temor ante una posible pérdida, sobre todo porque cualquier manifestación física que esté a tu alrededor ahora mismo acabará por terminar antes o después.
¿Cómo empezar a vivir el desapego?
Si has llegado hasta aquí, te preguntarás qué más puedes hacer para empezar a vivir desde el desapego.
Ello es simple si has comprendido y estás de acuerdo con los principios espirituales del desapego que he explicado anteriormente. Sólo se trata de ser coherente con ellos.
Para lograrlo debes intentar conectar con tu Esencia espiritual y empezar a actuar según sus dictados. Para ello te puedo dar algunos consejos
DALE MENOS IMPORTANCIA A LO MATERIAL
PRIORIZA SIEMPRE LO ESPIRITUAL Y LAS NUEVAS EXPERIENCIAS
Tu cuerpo y tu mente siempre buscan seguridad y supervivencia. Ello hará que tiendas a acumular dinero, a tener una vida ordenada y rutinaria, a buscar un trabajo estable, un coche cómodo, una relación conveniente.
Tu alma, sin embargo, siempre busca evolución, aprendizaje y nuevas experiencias. Si la escuchas, siempre te pedirá que hagas ese gran viaje, que corras el riesgo de cambiar de trabajo o crear tu propia empresa, que comiences nuevos estudios, que vayas a vivir al extranjero, que cometas una locura por amor, que ayudes al prójimo, que ames sin límites ni excusas.
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FUENTE: Redacción Crescendo En El Mundo